VII - Recuerdos: VII.III Objetivos



Los alumnos algo más mayores, en otra aula, pero con el mismo profesor del primer curso exponiéndoles el nuevo programa.

Dicho lo cual, todos se fueron. Lara fue con Yenis.

—¿Has pensado ya lo que te gustaría hacer en el futuro? —Lara estaba ya hecha toda una mujer. Yenis había ganado en altura, llegando a crecer tanto como ella. Se mantuvo en silencio un par de segundos para confirmar mentalmente su respuesta.

—Como parece ser que al final tendremos rey… Creo que me uniré a la Guardia Real.

—¡¿A la Guardia Real?! ¡Si hace falta estar en nivel cuatro! ¡Si para superar este curso te llega con nivel tres!

—Lo sé, pero me veo capaz si me esfuerzo. Desde que en el primer curso desbloqueé mi reserva de magia corporal he avanzado mucho más rápido —Yenis se calló de repente—. Si Lander siguiera aquí… seguro que se sorprendería…

Lara le puso una mano en el hombro.

—Yenis… Sabes que tienes todo mi apoyo. No te desanimes, estoy segura de que se sentiría orgulloso de ti. Si eso es lo que pretendes, adelante, te apoyaré en lo que haga falta. Ya sabes que podemos entrenar juntos siempre que quieras, pero deja de culparte por aquello… Todos sabemos que no pretendías…

—Nunca llegué a decirle cuánto lo admiraba… Él era mejor que yo… Él me enseñó a liberar todo mi potencial… Sin él yo no estaría aquí…

De pronto Yenis usó su pie endurecido con metal para dar un pisotón contra el suelo, dejando una pequeña grieta.

—¡Yo no quería hacerle daño! —le faltaba poco para empezar a llorar.

Lara le cogió el puño con ambas manos.

—¡Yo sigo aquí! Sigo aquí y nunca te abandonaré. Sabes que siempre puedes contar conmigo —entonces sintió como su amigo la abrazaba.

—Gracias, Lara… Gracias… —la abrazó durante unos segundos—. Pero ahora he de centrarme. Pienso proteger a nuestro futuro rey. Formaré parte de la Guardia Real y estaré siempre junto a ese tal Víctor.

«Y Lara… Lander sentía cosas por ti… Se apartó del camino, pero estoy seguro de que habría podido hacerte feliz…»



En ese momento se formó una gran celebración: todos los alumnos de clase con un pergamino cerrado con un lazo rojo en las manos, Lara y Yenis incluidos. El profesor Caleb estaba hablando con este último para felicitarle.

—Enhorabuena. Y pensar que cuando llegaste tenías el nivel más bajo de la clase… Y has dado un giro de ciento ochenta grados.

—El mérito no es todo mío… —el profesor cambió su expresión; sabía perfectamente a qué se refería.

—Sé que no era tu intención. Lo sé, todos lo sabemos. No debes culparte más por ello —Yenis asintió con la cabeza, aunque no con mucha pasión—. Ahora debes centrarte: has logrado dominar el fuego y el viento hasta el nivel cuatro y el metal hasta nivel tres; ya cumples los requisitos para entrar en la Guardia Real, y la coronación será en menos de dos meses; debes darte prisa.

—Lo sé. Gracias.

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